lunes, 23 de febrero de 2015

El Ministerio de Asuntos Islámicos y del Habous





           Más pronto que tarde oirás hablar del Ministerio de Asuntos Islámicos y del Habous. Como nosotros no tenemos nada parecido, te llamará la atención y empezarás a preguntar ¿Qué es el Habous?.

         El Habous es una  figura jurídica del derecho musulmán sobre la propiedad que aparece principalmente en las legislaciones del Medio Oriente y, sobre todo, en los países del Magreb. Tiene su origen en el Corán  y consiste en que para hacerse agradable a Alá cedes tus bienes, los colocas fuera del comercio humano siempre contaminado y los rendimientos de su gestión deben ser dedicados a la caridad y obras piadosas siempre a favor de los pobres.

               En Europa, durante muchos años y para congraciarse con Dios, los ciudadanos piadosos legaban o entregaban sus bienes  a la iglesia o a congregaciones religiosas que de esta manera fueron constituyendo un  importante patrimonio. Aquí, todo es más sencillo, se los dejas al Estado a través de la figura del Habous con la garantía de que está supervisado y bajo la tutela de S.M. el Rey.

         Con los años el Habous ha ido consolidando un colosal patrimonio de 50.000 inmuebles y más de 80.000 hectáreas en tierras agrícolas.

         Sobre el patrimonio inmobiliario explican que están por todas las ciudades y que también hay bienes en el extranjero, algunos de ellos en Arabia Saudita cerca de los lugares santos.

          Sobre las tierras agrícolas señalar  que  el 27%  son explotadas por los ayuntamientos.

      La idea es buena, así los bienes son confiados a Dios  y las rentas que se obtengan  deben ser destinadas a construir escuelas, mezquitas y socorrer a los pobres. Pero los medios de comunicación se quejan de su opacidad, de su deficiente gestión porque al ser de dios no son de nadie, de que no se explica bien a que se dedican sus recursos y lo avalan explicando que el alquiler medio de un inmueble es de 293 dhs/mes (unos 26 euros) y que lo realmente importante es tener un amigo de confianza en el Habous que te pueda proporcionar un buen apartamento o local comercial.

         El Ministro de Asuntos Islámicos y del Habous es designado por S.M. el Rey y cada vez que llega un nuevo equipo al ministerio anuncia que va a elaborar el inventario de los bienes, que van a implantar técnicas de gestión más modernas con ayuda de las nuevas tecnologías y que van a proteger el patrimonio procediendo a su anotación en el registro de la propiedad inmobiliaria, algo así como nuestro catastro. Y que todo va ser más transparente. Buenas intenciones que, por extrañas razones, se complica con el paso del tiempo y así hasta la llegada del nuevo equipo para volver a empezar. Pura condición humana.

         En relación con los asuntos islámicos es el ministerio de referencia. Publica las horas de la oración en las diferentes ciudades, es quien fija oficialmente  el día en que empieza el Ramadán o el día en que acaba o la fecha exacta de la fiesta del cordero siempre en función de las fases lunares  rodeadas de misterio.  Menos conocido es que es el responsable de ordenar los viajes a La Meca. Arabia Saudita fija un cupo de peregrinos para cada país en el ramadán para evitar los excesos. A Marruecos le han adjudicado 26.000 peregrinos para este año. Y el ministerio establece los criterios para poder apuntarse, que este año ha sido haber cumplido los 63 años. Luego organiza los viajes y supervisa las agencias que pueden ofrecerlo y se preocupa del buen desarrollo de la peregrinación que no es poco.

         Construye mezquitas, tutela la formación de los imames y oulemas, les paga un sueldo y sugiere los temas a tratar cada viernes en la oración de la mezquita. Es decir, hace de administración de la iglesia con todo lo que ello supone.

          Lo dicho, una administración potente que se preocupa de las cosas del espíritu y que garantiza que las cosas sean como deben de ser.


la achoura




          La “Achoura” se  celebra el 10º día después del inicio del año islámico, el décimo día del mes de muharram.

           Tiene un muy distinto significado para los sunitas que para los chiitas.

          En Marruecos que son sunitas, conmemoran el ayuno de Moisés para agradecer a Dios la liberación de los niños del pueblo elegido en Egipto con la travesía del Mar Rojo y la derrota de las tropas del faraón engullidas por el mar. No hay que olvidar que Moisés es considerado un profeta en el islam.

          La fiesta dura dos días, no son festivos en el calendario laboral y se ha transformado en la fiesta de la infancia y en un homenaje a los pequeños.

       Lo notarás porque aparecen por todas partes mercadillos y puestos de juguetes para los niños e instrumentos musicales primarios como tambores de cerámica en forma de vaso cubiertos de piel , panderetas de gran tamaño y una especie de castañuelas de metal que producen un sonido inolvidable.

          Harás bien en comprarles algún juguete a los niños de tus amigos marroquíes y en intentar mezclarte en las ruidosas fiestas musicales que se celebran en los barrios. Quedarás envuelto por unos ritmos y unos cantos básicos y ancestrales que te trasladarán en el tiempo.

          Si estás en un barrio popular puedes tener problemas para dormir la primera noche por los petardos que no cesarán de explotar durante toda la noche. Aviso, les gusta la pirotecnia y probablemente la gran tradición valenciana tenga sus orígenes en tantos y tantos años de presencia morisca en la región.

         El segundo día aparecen las duchas de agua por las calles. Es como si, de generación en generación, las olas del mar Rojo que salvaron a los niños se hubieran transformado en la tradición de  mojar a los transeúntes por la calle por parte de los niños y los no tan niños. Así no olvidaremos la historia.Para los chiitas, sobre todo en Irán e Irak, todo es mucho más complicado. Conmemoran la muerte del imam Hussein y de 72 miembros de su familia en la batalla de Kerbala. Para castigarse por no haber sabido proteger a Hussein los peregrinos se flagelan colectivamente hasta hacerse sangre y así expiar los pecados y las faltas de sus ancestros.

         El peregrinaje principal es en la ciudad de Kerbala en Irak.

        El islam nunca dejará de sorprendernos. El mismo día, para los sunitas es una fiesta de música y regalos y para los chiitas es una jornada de dolor y penitencia. Pero todos son musulmanes.





La excepción marroquí.



 Oirás hablar y poco a poco te irás familiarizando con la expresión que hace referencia a “la excepción marroquí”. Viene a decir “somos diferentes”, “tenemos nuestra propia identidad y nuestro propio camino” y apela al sentimiento nacionalista y al patriotismo. Esto siempre funciona.

Hassan II fue el primero en utilizar esta expresión con motivo de la revolución en Irán y el acceso al poder de los Ayatolas. Su idea era la de tranquilizar a  Occidente y trasladar la imagen de que Marruecos era otra cosa, un país estable  con una monarquía estable,  en el que no cabía el integrismo religioso.

La excepción marroquí es una frase feliz de comunicación política, tiene un evidente interés propagandístico, presenta  una carga positiva, siempre está referida a los países de su entorno musulmán y va dirigida a los amigos de occidente.

Después fue especialmente utilizada con motivo de los atentados del 11 de septiembre del 2001 para poner de manifiesto el carácter moderado y pacifico de la religión así como la ausencia de extremismos en el seno de la sociedad marroquí.  Lástima que los atentados  en Casablanca del 16 de mayo de 2003, que sorprendieron a todos, dejase en entredicho la tan aireada excepción marroquí.

Vuelve a aparecer  con la primavera árabe. En un entorno de revoluciones y contra revoluciones en la región que afectan a Túnez, Libia, Egipto, Siria y Yemen, la excepción marroquí hace referencia a una monarquía estable y popular, comprometida con las reformas políticas y sociales y con un sistema de partidos que le otorga legitimidad.

En Europa, en EEUU y en ambientes empresariales gustan de hablar de la excepción marroquí.

Dicen que descansa en tres pilares: un régimen monárquico consolidado desde hace siglos, una población multiétnica y variada pero uniforme en lo religioso y una geografía que le sitúa en el extremo del mundo musulmán pero que es a la vez un cruce de civilizaciones.

Desde el punto de vista geográfico es verdad que está en el confín del mundo islámico por donde se pone el sol, que después solo hay el inmenso océano, que es el puente entre dos continentes, que es la puerta de África y que el duro desierto en sus límites le imprime un carácter especial.

Desde el punto de vista de la población es verdad que es un mosaico de tribus con  bereberes y árabes por la que han pasado  los romanos, los cartagineses, los portugueses, los españoles y los franceses. Y desde el punto de vista religioso, aunque oirás hablar de la pacífica convivencia de cristianos, judíos y musulmanes, la verdad es que el islam es hegemónico y se ha consolidado como su principal seña de identidad probablemente por ser la frontera con España y con su cristianismo radical que ha marcado gran parte de su historia.

Desde el punto de vista de la monarquía conviene no olvidar que es la más antigua del mundo árabe-musulmán, que  viene del siglo VIII con Moulay Idriss cuya legitimidad proviene de su ascendencia cherifiana, es decir, descendientes del profeta. Que tanto la dinastía almorávide como la almohade descansan en una profunda impronta religiosa y que los alauitas, que reinan actualmente, también descienden del profeta.  Aquí hay que recordar que el poderoso imperio otomano que se extendía en su mayor esplendor desde Estambul hasta Alger nunca llegó a gobernar en Marruecos, lo que permitió la consolidación de una fuerte identidad nacional marroquí por oposición a los turcos.

También hay que valorar que el protectorado francés, bajo la impronta especialmente sensible y culta del mariscal Lyautey, supo mantener la monarquía con sus tradiciones hasta el punto de ser el único país francófono que al ganar la independencia, lo hace como reino con su soberano Mohamed V legitimado por su compromiso con el movimiento independentista que le costó el exilio primero en Córcega y después en Madagascar. Nada que ver con Argelia, Túnez, Libia o Mauritania ni con los tradicionales valores de la revolución francesa. Marruecos es otra cosa.

Y por último está el Markhzen, una especificidad más de Marruecos. Es la administración del sultán, el gobierno en la sombra. Literalmente quiere decir granero o almacén y era donde las tribus depositaban sus impuestos o recolectas para financiar el gobierno del sultán. Está conformado por la élite del país, formada en el extranjero, especialmente capacitada y es quien toma las grandes decisiones. De forma discreta pero hábil, sutil y eficaz dirige el país. No se ve pero se siente, no se oye pero se nota. Sabes que está, que te protege y que se preocupa por el futuro de todos. Hay quien dice que todos somos o formamos parte del Markhzen.

Como dicen los especialistas todos los países tienen sus excepciones y sus particularidades pero es cierto que en Marruecos han hecho todo un mito de sus diferencias y singularidades.

También hay quien al oír hablar de la excepción marroquí sonríe y te dice que la verdadera excepción es las altas tasas de analfabetismo, el desastroso estado de la sanidad pública y la corrupción generalizada en los diversos niveles de la administración. Pero ya se sabe que cada cual ve las cosas a su manera.