martes, 13 de agosto de 2013

Los precios en Marruecos

Cuando te vas a ir a vivir a Marruecos tienes la idea de que todo será mucho más barato y que podrás sentirte rico por una vez en la vida. Pronto descubrirás que no es exactamente así, que las cosas no son exactamente lo que parecen y que, como tantas cosas en la vida, depende del tipo de vida que quieras o puedas hacer.

Si quieres vivir como en Europa y con estándares europeos será bastante más caro que en Europa pero si te conformas en vivir como ellos todo es mucho más barato pero es otra forma de vida, es otra cosa.

Cuando digas que no lo entiendes, te explicarán que es porque no hay clase media, que solo hay ricos o pobres y tú, que no eres ni una cosa ni la otra, quedarás atrapado en medio entre precios más altos de lo que estabas acostumbrado y el mercadillo.

Primero la vivienda. Te vas con la idea de que por fin podrás vivir en una villa con jardín pero pronto comprobarás que en Rabat o en Casablanca no hay villas per menos de 2.000 euros al mes sin amueblar. Si lo que buscas es un apartamento con terraza te sorprenderá que no haya cultura de terrazas, que cueste mucho encontrar un apartamento con una buena terraza y si lo encuentras en un buen barrio no bajarás de 1.200 euros. Pero si decides vivir como ellos en un barrio popular todo cambia y los precios bajan hasta los 200  euros al mes. Tú decides.

Para los muebles si buscas estilo europeo y estándares europeos todo se complica y es más caro. Aunque siempre tienes la posibilidad de ir al Kitea que es la versión marroquí del Ikea  aunque no es lo mismo. Los precios son algo más caros y las calidades no son las mismas. Si te decides por los clásicos muebles marroquíes todo es  mucho más barato, disfrutarás buscándolos, ellos siempre saben un sitio en que los precios son mejores y, aunque no son para toda la vida ni los acabados son los que te gustarían, por estos precios no deberías esperar más. Probablemente sea la mejor opción aunque necesitarás tiempo y algo de paciencia pero tiempo y paciencia o los tienes o los acabarás teniendo, para esto has venido a Marruecos.
Lo  de los electrodomésticos es curioso. Las grandes marcas son más caras que en Europa pero siempre hay ofertas aunque  tendrás la impresión de que a Marruecos han enviado todo aquello que en las fábricas europeas no ha pasado el control de calidad. No te costará demasiado encontrar donde está el defecto. La alternativa son las marcas chinas de nombres raros y de resultado incierto.

Sobre los alimentos recordar que este es un país predominantemente agrícola y se nota. Ir al mercado es una fiesta. Las verduras son su especialidad, están por todas partes y son espléndidas, las frutas bonitas las han exportado pero aquí son más sabrosas, siempre de temporada y a muy buen precio. Las legumbres son buenas y baratas. Las aceitunas y el aceite inevitables. El pescado fresco en la costa será una agradable sorpresa. Y si quieres ir a un supermercado conocido sus marcas son algo más caras que en España. Ya sé que suena raro pero es así.

Los restaurantes de comida internacional no son baratos sobre todo si pides vino que es como si hubieses sentado a otro comensal en la mesa pero las ensaladas, los tajines y las brochetas en cualquier restaurante local son buenos y a muy buen precio. Y para carne, busca el humo de la parilla en la entrada, es un valor seguro.

Lo más barato es la mano de obra. En un arreglo, una reparación, un trabajo artesanal o un servicio siempre encontrarás una diferencia importante y te llevarás una alegría.

Al final llegarás a la conclusión de que todo lo europeo es más caro que en Europa, pero no te equivoques, si has venido a Marruecos no es para vivir igual que antes, es para descubrir, aprender y cambiar algunas pautas y si lo haces te deberían cuadrar los números.

Aviso, en Europa están bajando algunos precios y aquí están subiendo, Deben ser cosas de la globalización de la que nadie se escapa.

A veces uno tiene la impresión de que antes Occidente y los EEUU vivían bien a costa de que los otros vivieran mal. Unos eran ricos y los otros pobres. Nada nuevo en el horizonte porque siempre ha sido así. Unos trasformaban y otros ponían las materias primas. Pero la codicia hizo pensar que había mucho dinero a ganar en China, Rusia, India o Brasil. Se deslocalizaron las empresas y se abrieron los mercados. Y como con los líquidos cuando quitas las compuertas, unos bajan y otros suben y ahora todo se está igualando. Bien para los emergentes que ahora suben pero duro para los que antes estaban arriba que ahora les toca bajar. Los pobres ya no están solo en el tercer mundo ahora ya están en el primer mundo.




lunes, 12 de agosto de 2013

Salé


Uno de los mayores atractivos de Rabat es Salé, la ciudad hermana que se encuentra al otro lado del rio Bouregreg.

Es una de las ciudades más antiguas de Marruecos que empezó como una factoría en la época de los romanos, aparece reconocida como ciudad en el siglo X, llegó a ser una república independiente famosa por sus corsarios y quedó muy afectada en el año 1775, por el terremoto de Lisboa que ocasionó un tsunami que dejó inhabilitado el puerto que había dentro de las murallas. Hubo una época en que Rabat era conocida como Salé la Nueva.

Su atractivo viene de su condición de ciudad aislada fuera de las vías de comunicación tradicionales que la rodeaban pero nunca entraron en su perímetro.  Para ir a Sale desde Rabat había que cruzar el rio en barca hasta 1957 en que se construyó el primer puente. Los extranjeros no podían instalarse a vivir  allí hasta 1.917, los sultanes que visitaban Rabat nunca pernoctaron en la ciudad y los franceses se olvidaron de Salé en su protectorado.

Este letargo ha conformado una población impermeable a la modernidad, mucho más conservadora que su vecina Rabat, con una vida más austera y espiritual y que mantiene las tradiciones y el estilo de vida del Marruecos profundo. Y todo ello al lado de Rabat.

En Salé no encontrarás alcohol, a ellos les verás fumar kif en los cafés, solo hablan en árabe y no hay vida nocturna. Todo un hallazgo.

Te dirán que es territorio islámico, que ellos llevan barba, que es inseguro y que no vayas. Todo esto aumentará tu curiosidad.

Deberás entrar por Bab el Sebta, que es la puerta que hay hacia la mitad de la muralla en el lado opuesto a Rabat, en el lado norte que mira hacia Kenitra. El acceso está lleno de puestos de verduras y frutas expuestos de cualquier manera. La calle se llama Der Bab Sebta y es como si retrocedieras cien años. Parece un parque temático en el que se hubiese querido reconstruir la vida del viejo Marruecos. Los pollos están vivos, tú lo eliges, te lo pesan, te lo degüellan allí, lo colocan boca abajo en un recipiente hasta que deja de mover las patas que quiere decir que se ha desangrado, te lo despluman y te lo llevas.  En carretillas a mano llevan el pescado fresco a las pescaderías y hay que venderlo hoy porque no hay frigoríficos ni congeladores. La carne cuelga de unos ganchos y el cliente elige la parte y el peso. Por cierto tobas las balanzas son romanas y con pesas, no ha llegado la electrónica y las luces son una bombilla que cuelga de un cable desviado de cualquier tendido eléctrico, podrás encontrar locales con  carbón para la cocina como los de antes y el café te lo molerán a mano.

Y como no hay turistas no hay regateo en los precios. Son los que son y extremadamente bajos, porque son sus precios.

Es un festival de olores y colores que te gustaría fotografiar pero que no lo harás porque no te parecerá correcto, sería una invasión de su intimidad.

Al final de la calle encontrarás joyerías en el que las piezas se venden a peso porque el trabajo de orfebrería no se valora. Y la zona de ropa se limita a chilabas para ellos que han elaborado en Salé,  kaftanes para ellas que también se han elaborado en Salé y babuchas para todos que  se hacen allí. Están apareciendo puestos de ropa usada que cuesta pensar quien la puede comprar. Y si buscas hasta podrás encontrar algún herrero que forja las piezas al rojo vivo golpeándolas con un martillo como en la antigüedad.

Al salir de la medina se recomienda seguir hasta el atlántico para ir a comer fritura de pescado en los pocos restaurantes que hay frente al mar. La fritura es buena aunque tienen algún inconveniente como es el que solo hablan árabe, no hay cubiertos, no hay vasos y no hay servilletas. El ambiente local y los precios te compensarán de los inconvenientes.

Es verdad que hay una importante Medrasa para visitar , la gran mezquita en la que no podrás entrar, dos cúpulas piramidales de tejas verdes donde está enterrado el santo patrón de Salé y una prisión portuguesa frente al mar en la que se ha rodado alguna película. Pero a Salé no has ido a visitar monumentos, has ido a sumergirte en el ambiente y las costumbres de la vieja ciudad.

Atención, acaban de inaugurar un Mac Donald´s en la entrada de la ciudad así que no esperes mucho para ir a Salé porque parece que puede estar cambiando.