lunes, 12 de agosto de 2013

Salé


Uno de los mayores atractivos de Rabat es Salé, la ciudad hermana que se encuentra al otro lado del rio Bouregreg.

Es una de las ciudades más antiguas de Marruecos que empezó como una factoría en la época de los romanos, aparece reconocida como ciudad en el siglo X, llegó a ser una república independiente famosa por sus corsarios y quedó muy afectada en el año 1775, por el terremoto de Lisboa que ocasionó un tsunami que dejó inhabilitado el puerto que había dentro de las murallas. Hubo una época en que Rabat era conocida como Salé la Nueva.

Su atractivo viene de su condición de ciudad aislada fuera de las vías de comunicación tradicionales que la rodeaban pero nunca entraron en su perímetro.  Para ir a Sale desde Rabat había que cruzar el rio en barca hasta 1957 en que se construyó el primer puente. Los extranjeros no podían instalarse a vivir  allí hasta 1.917, los sultanes que visitaban Rabat nunca pernoctaron en la ciudad y los franceses se olvidaron de Salé en su protectorado.

Este letargo ha conformado una población impermeable a la modernidad, mucho más conservadora que su vecina Rabat, con una vida más austera y espiritual y que mantiene las tradiciones y el estilo de vida del Marruecos profundo. Y todo ello al lado de Rabat.

En Salé no encontrarás alcohol, a ellos les verás fumar kif en los cafés, solo hablan en árabe y no hay vida nocturna. Todo un hallazgo.

Te dirán que es territorio islámico, que ellos llevan barba, que es inseguro y que no vayas. Todo esto aumentará tu curiosidad.

Deberás entrar por Bab el Sebta, que es la puerta que hay hacia la mitad de la muralla en el lado opuesto a Rabat, en el lado norte que mira hacia Kenitra. El acceso está lleno de puestos de verduras y frutas expuestos de cualquier manera. La calle se llama Der Bab Sebta y es como si retrocedieras cien años. Parece un parque temático en el que se hubiese querido reconstruir la vida del viejo Marruecos. Los pollos están vivos, tú lo eliges, te lo pesan, te lo degüellan allí, lo colocan boca abajo en un recipiente hasta que deja de mover las patas que quiere decir que se ha desangrado, te lo despluman y te lo llevas.  En carretillas a mano llevan el pescado fresco a las pescaderías y hay que venderlo hoy porque no hay frigoríficos ni congeladores. La carne cuelga de unos ganchos y el cliente elige la parte y el peso. Por cierto tobas las balanzas son romanas y con pesas, no ha llegado la electrónica y las luces son una bombilla que cuelga de un cable desviado de cualquier tendido eléctrico, podrás encontrar locales con  carbón para la cocina como los de antes y el café te lo molerán a mano.

Y como no hay turistas no hay regateo en los precios. Son los que son y extremadamente bajos, porque son sus precios.

Es un festival de olores y colores que te gustaría fotografiar pero que no lo harás porque no te parecerá correcto, sería una invasión de su intimidad.

Al final de la calle encontrarás joyerías en el que las piezas se venden a peso porque el trabajo de orfebrería no se valora. Y la zona de ropa se limita a chilabas para ellos que han elaborado en Salé,  kaftanes para ellas que también se han elaborado en Salé y babuchas para todos que  se hacen allí. Están apareciendo puestos de ropa usada que cuesta pensar quien la puede comprar. Y si buscas hasta podrás encontrar algún herrero que forja las piezas al rojo vivo golpeándolas con un martillo como en la antigüedad.

Al salir de la medina se recomienda seguir hasta el atlántico para ir a comer fritura de pescado en los pocos restaurantes que hay frente al mar. La fritura es buena aunque tienen algún inconveniente como es el que solo hablan árabe, no hay cubiertos, no hay vasos y no hay servilletas. El ambiente local y los precios te compensarán de los inconvenientes.

Es verdad que hay una importante Medrasa para visitar , la gran mezquita en la que no podrás entrar, dos cúpulas piramidales de tejas verdes donde está enterrado el santo patrón de Salé y una prisión portuguesa frente al mar en la que se ha rodado alguna película. Pero a Salé no has ido a visitar monumentos, has ido a sumergirte en el ambiente y las costumbres de la vieja ciudad.

Atención, acaban de inaugurar un Mac Donald´s en la entrada de la ciudad así que no esperes mucho para ir a Salé porque parece que puede estar cambiando.

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