En
España relacionamos a Marruecos con los emigrantes y es verdad que en ese país
la emigración está presente en la vida diaria.
De
sus 33 millones de habitantes, más de 4 millones viven en el extranjero aunque
hay quien habla de 5 millones.
Para
hacernos una idea de la importancia de la emigración en el país basta señalar
que han creado un Ministerio especial dedicado a la emigración que se denomina
¨De los Marroquíes Residentes en el Extranjero (MRE) ¨ y que las transferencias
que los emigrantes ordenan desde otros países son, junto con el turismo, una de
las principales fuentes de entrada de divisas en el país. Por cierto que una de
sus principales reivindicaciones en las negociaciones con la U.E. siempre ha
sido reducir las altas comisiones que se llevan los bancos occidentales por las
transferencias.
Es
posible que oigas una versión curiosa y cariñosa de la historia de la
emigración marroquí a Europa con la que se sienten muy a gusto. Viene a decir
algo así como que en una primera fase fueron a luchar junto a las tropas
francesas para liberar a Europa de los fascismos. En una segunda fase fueron a
ayudar a la reconstrucción de las ciudades europeas que habían quedado
destruidas por los efectos de la segunda guerra mundial y la tercera fase fue
para ayudar a levantar la economía europea porque les faltaba mano de obra.
Esta es una versión entrañable aunque la realidad es algo más complicada.
El
fenómeno comenzó en la década de los 60.
Con la independencia de Argelia las empresas francesas regresaron a Francia y
muchos trabajadores marroquíes emigraron con ellas. Lo mismo sucedió en
Marruecos cuando los franceses, después del protectorado, se llevaron con ellos
a los primeros emigrantes.
En
1.960 salieron de Marruecos 8.000 emigrantes, en 1.970 el número aumentó hasta
alcanzar los 15.000 y en 1.975 se contabilizaron 30.000 salidas. Su destino era Europa, principalmente Francia, Bélgica y Holanda.
A
España comenzaron a llegar en los años 80, se consolidó como destino en los 90
y vivió un “boom” al abrigo de la bonanza económica del periodo 2000 - 2010.
En
1.985 constaban registrados 6.000 ciudadanos marroquíes en España, en 1.990 ya
eran 16.500. En 1.995 ascendió el número
hasta llegar a los 75.000, en 2.000
llegaron a ser 200.000 y actualmente están censados 850.000.
España
ya es el segundo destino de los marroquíes residentes en el extranjero por
detrás de Francia (1.200.000) y seguida
de Italia (500.000), Bélgica (300.000), Países Bajos (270.000) y Alemania
(125.000).
Otros
destinos elegidos por los marroquíes son
los Emiratos Árabes, EEUU y Canadá.
La
emigración a EEUU es más curiosa y se conoce popularmente como “la lotería
americana”. Cada año se ofrecen 5.000 plazas, se presenta la solicitud por
internet, se sortean las plazas entre los demandantes de empleo y el que tiene
suerte recibe una carta que, previa presentación de los papeles y el pago de
500 dólares, le otorgará un visado hacia “el sueño americano”.
La
emigración a los Emiratos Árabes es más prosaica y lleva directamente trabajos
en el servicio doméstico, aunque también van artesanos detrás de los buenos
sueldos.
En
una reciente encuesta realizada por la Fundación para la Formación de la
Comisión Europea entre 4.000 ciudadanos de más de 18 años, el 42% de los
encuestados expresaba su interés por emigrar. Curioso un país en el que el 42%
de su población no descarta irse, máxime si se tiene en cuenta que a la semana
siguiente otra encuesta decía que el 56% estaba satisfecho con la situación de
su país. No dejarán nunca de sorprenderte.
Atención,
porque por muchos años que lleven en el extranjero nunca dejarán de ser
marroquíes. No se puede renunciar a la nacionalidad marroquí. Así de claro y
contundente.
Cuando
caminas por la calle y te paras a hablar con ellos, es habitual que te comenten
que han estado en Francia o en Italia, y
cuando se enteran que eres español te explican que tienen familia en Cataluña,
en Andalucía, en Valencia o en Aragón. Casi inevitable pero a su vez
entrañable.
También
te pedirán si les puedes conseguir un visado porque en este país, en el que es
necesario el visado para salir de él, se transforma en el preciado objeto del
deseo, en el pasaporte a un mundo de oportunidades.
Ahora
las cosas están cambiando. Son muchos los subsaharianos que, valorando como más
favorable la situación de Marruecos que la de sus países de origen, deciden
instalarse de manera estable en el país, al que llegaron bien de forma regular
para una estancia temporal o bien ilegalmente como país de tránsito pero, ante
la imposibilidad de acceder a Europa, deciden quedarse.
Los
principales países de procedencia son
Nigeria, Senegal, Camerún, Ghana, Gambia, Mali y Costa de Marfil y conviene no olvidar que
hay 2.500 kms. de frontera con Argelia con gran permeabilidad.
La
presencia de subsaharianos en Marruecos ya ha abierto el debate social; empiezan a hablar del “peligro negro” y de
los problemas que está creando la inmigración. Hace poco, un medio titulaba un
reportaje sobre el tema con la pregunta “¿Somos racistas?”.
Nada
nuevo en el horizonte, la historia se repite,
así es y ha sido siempre. Como dicen ellos: “Todos somos emigrantes, los
hombres, los animales y las plantas”. Y no les falta la razón.
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