miércoles, 20 de marzo de 2013

La fiesta del cordero




La fiesta del Cordero o la fiesta del Sacrificio (aïd al adha) o la fiesta Grande (aïd al kebir) es el equivalente a nuestra Navidad. Se reúne toda la familia, se dejan aparte las desavenencias y todos juntos sacrifican y comen el cordero.

Es la fiesta mayor de los musulmanes. Conmemoran el pasaje de la biblia en el que Dios le pide a Abraham que sacrifique a su hijo primogénito Ismael. Abraham, en muestra de obediencia y sometimiento a la voluntad de Dios,  levanta el cuchillo para degollar a su hijo momento en el que el ángel Gabriel le sujeta el brazo para evitar la inmolación y luego, en señal de agradecimiento, Abraham sacrificará un cordero. Conviene recordar que islam quiere decir sumisión y que el sacrificio de su hijo por Abraham se considera el máximo exponente de la sumisión y obediencia.

Los días antes de la fiesta podremos ver puestos de venta de corderos en todos los mercados y gran tráfico de furgonetas y coches cargados con el correspondiente animal que cada familia lleva a su casa. La imagen es pintoresca.

El cordero deberá tener un mínimo de seis meses, estar en perfecto estado, no sirve el enfermo, tuerto o cojo, y su precio oscila entre los 200 y los 400 euros, que no es poco.

Da la impresión que una de las funciones más importantes del cabeza de familia en Marruecos es conseguir un cordero para el äid al kebir. El hombre que no es capaz de llevar un cordero a casa quedará condenado socialmente. No sirve ni para aportar el cordero a la gran fiesta.

En los garajes de muchas casas y viviendas podremos ver un espacio destinado a guardar los corderos vivos y una zona alicatada con abundante agua y ganchos colgando del techo para hacer la matanza. Llegado el día, muchos esperan en el salón mirando la televisión el momento en que el rey degüella el cordero; ese acto es retransmitido y es algo así como la señal de salida para que sus súbditos empiecen la fiesta.
El cordero deberá ser degollado con un cuchillo y mirando hacia la Meca. Dicen que es la manera “halal” y en que menos sufre. Se espera que se desangre, luego se produce el desollado o retirada de la piel y al final es troceado hábilmente. Algunos “matarifes” por el módico precio de unos 20 euros subirán a tu casa para hacerte la matanza. De esta fiesta debe venir la expresión “mirada de cordero degollado”.

Poco a poco verás por las calles carros cargados de pieles de cordero y fuegos en los que se asan las cabezas y las patas de los corderos originando un olor característico que te costará olvidar.

El mismo día de la matanza se comen las vísceras y al día siguiente se preparan los exquisitos platos del cordero del que una tercera parte deberá ser entregada a los pobres o necesitados.

Todos se visten de fiesta, habrá mucho té, pastas y dátiles y todos se desearán feliz fiesta. Es un día para la bondad, la generosidad y los buenos sentimientos. Lo dicho, suena a Navidad.

En la memoria colectiva de todos los marroquíes está grabado el año 1.996. Sufrían una inmensa sequía, el año económico había sido catastrófico con un crecimiento negativo de -6,5% del PIB, la inflación estaba en el 6% y la caja del estado estaba vacía. Desde el entorno de palacio se había filtrado la información de que para celebrar el aïd al kebir se necesitaban 4,7 millones de corderos, que en el país solo contaban con 3 millones de corderos y que habría que importar 1,7 millones de corderos pagados con divisas que no tenían.

El dilema estaba servido. Celebrar la fiesta supondría hundir la economía del país y agotar las reservas de carne para todo el año con el correspondiente aumento de precios o renunciar a la fiesta del cordero y faltar a la memoria de los antepasados, romper una tradición milenaria, enojar a Alá por ir contra la cultura  del islam y no celebrar su navidad. No era fácil.

El 29 de marzo, a las ocho horas, todas las cadenas de televisión interrumpieron la programación pues el rey Hassan II iba a dirigirse a todos los ciudadanos, tenía algo importante que decirles. Comenzó diciendo que la fiesta del cordero simboliza la máxima expresión de la sumisión y obediencia al servicio de Dios, que como Comendador de los Creyentes debe defender el islam, sus pilares y la tradición contra toda desviación, que siempre ha vigilado la celebración de las fiestas religiosas como es debido respetando su carácter sagrado….luego explicará la difícil situación económica del país e irá desgranando argumentos hasta el final en que recuerda que, de acuerdo con el Corán, entre dos alternativas perjudiciales es obligado optar por la menos perjudicial y acabará con la solemne recomendación de no celebrar la fiesta del cordero. El día de la fiesta, con todo el boato y retransmitido por la televisión, el rey Hassan II sacrificó un cordero en nombre de todo el pueblo de Marruecos.

Esta historia está recogida en todas las antologías como una muestra de la inteligencia, sagacidad y capacidad política  de Hassan II.

La realidad fue que algunos ya habían comprado el cordero y celebraron la fiesta con discreción, que muchos compraron alguna pieza de cordero, a pesar de que los precios se habían disparado, para poder celebrar la fiesta y comer cordero aunque fuera poco y que nadie olvidará el aíd al kebir del año 1.996.









lunes, 18 de marzo de 2013

El tráfico en Marruecos






El tráfico en Marruecos es “raro” y fiel reflejo de la realidad del país. Visto desde Europa es desordenado y peligroso. Visto desde Latinoamérica resulta familiar.

Ceder el paso es signo de debilidad, hay que meter el morro del vehículo para luchar por tu espacio. 
Los movimientos están casi todos permitidos porque aquí siempre se busca el camino más corto y esto obliga a estar atento pues te pueden sorprender por cualquier lado. Las señales existen y están, pero harás bien en no fiarte porque a veces uno tiene la impresión que para ellos son indicativas pero no del todo obligatorias. 
El que tiene coche es “rico” y el que va a pie es pobre;  a partir de esta consideración el vehículo tendrá prioridad sobre el peatón. Parar para ceder el paso a un peatón es una temeridad porque el coche que va tu lado no lo hará y se puede llevar por delante al peatón al que tan amablemente has dejado pasar. 
Cuando ocurre algún accidente de chapa se detienen en medio de la vía pública sin importarles el caos que se pueda originar.  Y les gusta tocar el claxon.

Aviso, poco a poco, te descubrirás conduciendo como ellos por un extraño mimetismo. Todos critican el desorden del tráfico pero nadie se siente corresponsable. Puro Marruecos.

Es cierto que tienen muy buenas autopistas que enlazan las principales ciudades del país y que las carretas nacionales son razonables, pero al salir de ellas todo se complica, son manifiestamente mejorables y es por ello que abundan los vehículos cuatro por cuatro.

Periódicamente se produce un accidente con un autocar o un camión y muchos muertos, entonces la prensa saca titulares espectaculares y habla de la falta de seguridad, todos se escandalizan, las autoridades se muestran muy preocupadas y así hasta el siguiente accidente.

En el año 2010 han aprobado un nuevo Código de la Circulación copiado de los franceses pero los accidentes siguen sin descender. Como en tantas cosas, las leyes están pero no se cumplen. Otra vez puro Marruecos.

No he visto pruebas de alcoholemia porque como el alcohol formalmente está prohibido por el islam no se considera, pero seguro que los accidentes por alcohol existen.  El casco en motocicleta es obligatorio pero podrás ver bastantes motoristas que no lo llevan y hasta algún policía en ciudad tampoco lo lleva. Todo es relativo. Los ciclomotores no llevan matrícula ni se exige permiso de conducir. Observarás con frecuencia como aprovechan un ciclomotor para viajar, dos, tres y hasta cuatro personas, y así van las cosas por poner algunos ejemplos.

La policía de tráfico está,  pero pronto comprobarás que el sistema sancionador no funciona o no funciona como debería y sospecho que las personas “importantes” disfrutan de una cierta impunidad que no ayuda a la necesaria pedagogía y ejemplo.

La reducción de los accidentes de tráfico y de sus víctimas podría ser un buen proyecto colectivo, un paso adelante en los cambios que se quieren para el país, una oportunidad para la sociedad civil.

Si en España, que también somos indisciplinados, nos gusta la fiesta y hacer muchos kilómetros, lo hemos conseguido, ellos también han de poder hacerlo.




viernes, 8 de marzo de 2013

Pequeñas diferencias






Para quedar bien, algunos políticos que vienen a Marruecos dicen en su discurso que compartimos la misma cultura, que somos iguales. Los que vivimos aquí nos miramos perplejos y con un guiño de complicidad pensamos que no es exactamente así, que hay algunas pequeñas diferencias.

Por ejemplo la puntualidad. Para ellos no es importante ni se valora la puntualidad. Es más, se sorprenderán si te quejas y no lo entenderán. Los grandes señores y los poderosos nunca fueron puntuales. En Europa nos dicen que el tiempo es oro, que llegar tarde es no respetar nuestro tiempo pero aquí todo es más relativo. Lo que les sobra es tiempo. Te dirán que tú tienes el reloj, pero ellos tienen el tiempo.

La puntualidad está reflejada en aquel sobrentendido marroquí que viene a decir “Quedamos a las ocho, te esperaré hasta las nueve y me iré a las diez.”, lo que da una idea su noción del tiempo. A pesar de todo, es justo reconocer que en el ámbito de la administración y los negocios están mejorando.

Enviar un correo electrónico no está bien visto, es demasiado frío, da sensación de prisa y no les gusta. Tendrás que ir a verle o como mínimo llamarle por teléfono, interesarte por su familia, por su salud y como le van las cosas y al final, solo al final, decirle de que va el tema y anunciarle que le enviarás un correo electrónico.

Para ellos, que llevan cinco mil años negociando, es imprescindible verte y conocerte. Nunca cerrarán un negocio o un acuerdo sin haberte visto. Quieren saber quién eres y decidir por la vista y la conversación si eres de fiar. Esto en un mundo global y con prisas crea problemas. Les dices que tienen toda la información, que les has enviado todos los datos para decidir y al final siempre te sorprenderán diciendo quiero verlo o quiero verte. Así son y por esto ellos te pueden enredar a ti pero tú nunca les podrás enredar ellos.
Son sutiles y con el tiempo aprenderás que lo importante, lo realmente importante es lo que no se ha dicho pero se sobreentiende. Les gusta hablar. Estarás hablando mucho tiempo revoloteando alrededor del tema pero te va a ser difícil entrar a concretar. Es posible que cuando tu ya des el tema y la oportunidad por perdida, al final, al apretarte la mano te deje caer “de lo tuyo no te preocupes, está resuelto”.

Un amigo diplomático me dice que cuando cierras un acuerdo lo importante para saber que piensan es buscar lo que no se ha escrito, lo que hay detrás de lo escrito. Poco es expreso y hay muchos tácitos.

Su escala de valores o sus prioridades no son iguales. Cuando te saludan, te preguntan por la familia y por la salud, nunca por el trabajo. Nosotros cuando nos saludamos solo preguntamos por el trabajo. Nosotros vivimos para trabajar y ellos el trabajo lo ven de otra forma.

Para intentar entender su noción del tiempo basta con observarlos sentados en el café. No leen, tampoco hablan y ni siquiera consumen, solo contemplan el horizonte y ven pasar el tiempo. A nosotros nos entrarían remordimientos, pensaríamos que estamos desperdiciando momentos para hacer otras cosas  y nos pondríamos nerviosos. Ellos no, piensan que perder el tiempo es la esencia y unos de los grandes placeres de la vida. Probablemente tienen razón.






jueves, 7 de marzo de 2013

Los emigrantes españoles en el siglo XX



Explican que entre los dos protectorados llegó a haber hasta 150.000 españoles, 80.000 en el protectorado español, 50.000 en el protectorado francés y 20.000 en el Tánger internacional.

También explican algunas diferencias que pueden ayudar a entender las distintas valoraciones de los protectorados y de la convivencia con los marroquíes.

El modelo urbanístico de los franceses fue el de las “villes nouvelles” barrios separados de las viejas medinas y de los viejos barrios de las ciudades, mientras que los españoles optaron por los ensanches a partir de las viejas medinas y junto a ellas, lo que facilitaba la convivencia y el contacto.

 También he oído de que los franceses vinieron para quedarse, que siempre pensaron que Marruecos sería un departamento más de la República y que los habitantes les estarían eternamente agradecidos. Todo muy francés. Mientras que los españoles siempre tuvieron sensación de provisionalidad, eran conscientes de que aquello no podía ser para siempre y que algún día iba a acabarse.

Hay quien habla de que los emigrantes españoles eran gente sencilla lo que reducía las diferencias entre colonizadores y colonizados en el norte facilitando el contacto y la convivencia mientras que los franceses eran otra cosa, algo así como más selectos y distantes.

Luego vino la guerra civil en España que lo trastocó todo. No hay mucha información pero sabemos que la zona francesa y Tánger se convirtieron en lugar de refugio de republicanos y que algunos es posible que huyeran del protectorado español por razones políticas y se desplazaran hacia el protectorado francés buscando seguridad.

También hubo quien vino a Marruecos en los años 40 y comienzos de los 50 huyendo de la pobreza. Los años de la posguerra fueron muy duros en España y no había trabajo mientras que Tánger y Casablanca estaban en plena actividad y ofrecían muchas oportunidades.

En 1.956 llega la independencia de Marruecos y la colonia española que había llegado hasta las 150.000 personas empezó a reducirse. El miedo, la sensación de inseguridad y la incertidumbre sobre el futuro los empujó a malvender sus pertenencias y buscar otro destino, otro país de residencia.

En 1.968, es decir, poco más de una década desde la independencia, los españoles en Marruecos se habían reducido a 45.000 personas y en 1.970 los datos hablan de 28.000 españoles. Unos 9.200 en Casablanca, 8.300 en Tánger, 3.400 en Tetuán, 2.000 en Larache  y 1.000 en Nador.

En 1.973 se publica el decreto de marroquización y recuperación de tierras. Los negocios solo podrán ser ejercidos por ciudadanos marroquíes. La única posibilidad de continuar con la actividad mercantil y comercial era asociarse al 50% con un marroquí. Muchos cerraron sus tiendas y salieron del país. El resto tuvo que buscar un socio marroquí para poder continuar.

En 1.975 habrá la marcha verde. Hassan II envía a 350.000 personas y 25.000 soldados en una marcha pacífica para ocupar el Sahara Occidental aprovechándose de la debilidad del régimen franquista por la enfermedad del dictador.

Vuelve a aparecer el miedo, la inseguridad y la incertidumbre de futuro entre la colonia española. Algunos hicieron las maletas y el censo de españoles en 1.980 se había reducido hasta 10.000 personas. Seis años más tarde, en 1.986 solo quedaban 8.500. Tánger y Casablanca contabilizaban casi un tercio con 2.500 personas cada una y en Tetuán eran, estaban o quedaban 1.300.

Aquí conviene no olvidar que con la llegada de los años ochenta, en España cambiaron las cosas. La llegada de la democracia, la mejora económica y la entrada en la Comunidad Económica Europea hacía de nuestro país un destino atractivo para los hijos de los emigrantes que allí se fueron para no volver.

Y así hasta la llegada del siglo XXI en que poco a poco primero y más acelerado después, por la  la crisis, empiezan a llegar los llamados “nuevos emigrantes” jóvenes y bien preparados que son desplazados por las empresas españolas que buscan abrirse mercado en Marruecos….pero esta ya es otra historia.