Hay dos grupos claramente
diferenciados de ciudadanos españoles residentes en Marruecos.
Uno está compuesto por aquellos
que llevan muchos años. Llegaron con el protectorado en la primera parte del
siglo pasado o en los años 40 y 50 cuando en España no había trabajo y en la
Tánger internacional y cosmopolita o en la Casablanca francesa había mucha
actividad.
Han conocido los protectorados,
la independencia, Mohamed V, los años de plomo de Hassan II, la marcha verde
desde dentro y la llegada de Mohamed VI. Han visto y vivido los cambios y las
transformaciones y han crecido en y con Marruecos.
Son unos 800, todos mayores,
bastantes no tienen nada y a otros le ha ido algo mejor, se van muriendo y no
tienen relevo ya que los hijos, en su caso, se fueron a España, algunos tienen
historias fascinantes pero no tienen quien les escuche y todos son bibliotecas
que haríamos bien en preservar.
Los otros españoles son
relativamente jóvenes y preparados que han llegado en los últimos años
desplazados por las empresas españolas que han abierto delegación y mercado en
Marruecos empujadas por la crisis.
Vienen con buen sueldo, van a la
península con frecuencia y tienen la sensación de provisionalidad, de que están
de paso. Son unos 5.000.
No tienen ningún contacto con los
otros españoles mayores, ni especial interés en conocer su historia.
El desafío, el gran desafío es
juntarlos para que los nuevos conozcan a los que les han precedido en
condiciones mucho más adversas y difíciles, que escuchen su historia y que
aprovechen algunos de sus sabios consejos.
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