Oirán decir que en Marruecos se
habla francés y es verdad que todos los que han estudiado y en las ciudades se
habla francés, pero no deberíamos
equivocarnos, su idioma es el árabe y en el medio rural, en las ciudades
dormitorio y donde no hay turistas solo hablan árabe. Mejor dicho hablan
“dariya” que es la versión del árabe que se habla en Marruecos.
Para los occidentales no es fácil
y cuesta ir más allá de las palabras básicas de cortesía que ellos agradecerán
en extremo al inicio de cualquier conversación.
Explican que en 1.956 cuando
alcanzaron la independencia una de las primeras medidas fue cambiar los nombres
de las calles del francés al árabe. El lío fue considerable, algunos europeos
residentes todavía no lo han asimilado y las grandes avenidas siguen siendo
conocidas por su nombre en francés.
Sorprende que en España haya tan
poca gente que haya estudiado árabe. Son nuestros vecinos del sur, están en el
otro lado del mediterráneo, hay mucha historia compartida y siempre se ha
hablado de la tradicional amistad hispano árabe pero, a pesar de todo, casi
nadie habla árabe. En estos tiempos de tribulaciones en los que nuestros
jóvenes se ven obligados a viajar en busca de trabajo, les aconsejaría que
aprendieran el árabe. Las posibilidades que abre son muchas y una inmersión en
verano y en Rabat para aprender árabe es sugestiva.
Las negociaciones oficiales entre
España y marruecos son peculiares. Se discute en francés pero las actas de las
reuniones son solo en árabe y en español. La imagen de la firma del documento
en el otro idioma que nadie entiende es, como mínimo, peculiar. En esto los
franceses, como en tantas otras cosas, nos llevan ventaja.
Hay algunas palabras que por
repetidas y frecuentes se van aprendiendo como son:
Ibn (hijo de), Dar (puerta), Oued
(rio), Jabal (montaña), Ain (fuente), Erg (duna), Souq (mercado), Medina
(ciudad vieja), Tariq (calle) o Riad ( casa tradicional con patio interior).
Para aprender algunas palabras o
expresiones recomiendo el sistema “posit” que es ir apuntándolas en aquellas
pequeñas hojas amarillas e irlas pegando por toda la casa. Como siempre es una
cuestión de perseverancia. Suerte.
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