Dicen que los funcionarios que
piden ir a Marruecos se pueden clasificar en tres grupos. Los aventureros, los
expatriados y los emigrantes.
Los aventureros son los más
inquietos, buscan emociones, cambio, descubrir y Marruecos les parece sugestivo
para su proyecto vital. Los expatriados llegan huyendo de algo, de relaciones
sentimentales o familiares problemáticas
o de situaciones laborales sin salida. Estos olvidan que lo primero que se
encontrarán al abrir la maleta son sus problemas, pero es verdad que la distancia les da otra
perspectiva. Y los emigrantes que vienen por dinero, a ahorrar para poder pagar la hipoteca o para
poder dar la entrada de la hipoteca. No
es extraño que algunos vengan por una mezcla de estas razones.
Explican que Marruecos tiene mala
entrada y mala salida. Es verdad que cuesta entrar y adaptarse, que los
primeros meses y hasta el primer año son difíciles y tienen razón. Todo es
complicado, te perecerá que nada funciona o que nada funciona bien y cualquier
gestión es un laberinto. Aquí los amigos o compañeros son esenciales porque
existe una solidaridad entre los españoles en Marruecos, porque las
dificultades unen y te ayudarán a relativizar los problemas porque ellos
también lo han pasado. Luego te dirán que se vive bien y es verdad que se puede vivir muy bien.
También te explicarán que al final cuesta irse, que te has acostumbrado y que
se te hace cuesta arriba el regreso. Aunque hay quien dice que el último año ya
no es lo mismo porque sabes que se acaba y te preocupará el nuevo cambio.
Un buen consejo es cuidar la
vivienda, encontrase a gusto en la vivienda porque vas a pasar muchas horas en
ella y conviene no olvidarlo. La primera decisión es apartamento o villa. Aquí
a los pisos les llaman apartamentos y a las casas, villas. Si vienes solo o en
pareja toca apartamento y si vienes con niños y puedes, la alternativa es la
villa. El apartamento puede estar en el centro o en los barrios de Agdal o
Hassan todos ellos con cafeterías, comercio y servicios y la villa te llevará a
barrios más alejados y residenciales. La distancia al lugar de trabajo es
decisiva porque el tráfico en hora punta es disuasorio.
El otro consejo es que si puedes,
vengas acompañado. La diferencia entre venir solo o acompañado no es despreciable.
Compartir “in situ” las sorpresas y las vicisitudes no es lo mismo que tenerlas
que explicar a distancia y por teléfono. Pero, en este tema, cada cual está
condicionado por sus circunstancias y la compañía si no te la traes ya la
encontrarás aquí.
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