Cuando uno viene a vivir a Rabat
piensa que, como está casi a la altura de las islas Canarias, el clima será
suave en invierno y no harán falta los abrigos. No es exactamente así.
No es que las temperaturas sean
muy bajas, es que las viviendas no están preparadas.
La proximidad del océano
atlántico y del rio Bouregreg hace que la humedad sea muy elevada y la
mezcla de frio y humedad por las noches, junto a la falta de calefacción en las
viviendas es decisiva.
Un amigo diplomático explica que
ha pasado mucho más frío durante el invierno en Rabat que cuando estuvo
destinado en Moscú y otro amigo me explica que no lee en la cama por las noches para no sacar las manos.
Todos coinciden en que por las
noches hace menos frío en la calle que dentro de las casas, que al meterse en
la cama parece que está mojada y que la ropa de los armarios parece que no está
seca.
También oirás decir que la gente
se abriga no al salir de casa, sino cuando entra en casa.
El frío dentro de las casas es un
tema de conversación común durante el invierno y cada cual explica como intenta
superarlo. Te dirán que el deshumidificador es el electrodoméstico básico y
esencial, que los radiadores de aceite son una buena solución porque no cargan
el ambiente, que la estufa de gas o el calefactor les sirve para la habitación
en la que concentras tu vida en invierno o que no se mueven de la chimenea los
que tienen la suerte de tenerla. Y para la cama la esterilla eléctrica.
Menos mal que el invierno solo
dura dos meses.
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