A veces uno
tiene la impresión de que algunos marroquíes se alimentan de dátiles y té
a la menta.
Los dátiles
además de un alimento son todo un símbolo en Marruecos. Son considerados
“benditos” tanto por la religión como por la tradición.
Su nombre
viene del griego “daktylos”, que quiere decir “dedo” en referencia a su forma.
Es el fruto
de las palmeras que están en los oasis y en el sur del país. En los oasis sólo
hay agua y palmeras que viven del agua y
hasta tal punto es así que en aquella zona las poblaciones se miden no por los
habitantes sino por el número de palmeras. Es habitual oír hablar de una
pequeña localidad de cincuenta palmeras o de un pueblo de dos mil quinientas
palmeras.
Vienen de las
regiones del sur, se empiezan a recoger a principios de octubre y en Erfoud
celebran cada año la feria internacional del dátil que, explican, es todo un
acontecimiento. No he podido confirmar la elección de “la reina del dátil” cada
año, pero no sería de extrañar. En los mercados de esa localidad y sus
alrededores podrás encontrar mermelada de dátil y hasta café hecho con los
huesos del dátil troceados y tostados.
Algún
vendedor para que te decidas te dirá, con un guiño de complicidad, que el dátil
es la viagra de los bereberes.
Hay múltiples
variedades. Van desde el amarillo, pasando por el ámbar hasta los casi negros.
Los hay pequeños y grandes, tiernos o secos, con piel fina y hasta bastante
gruesa. Los precios oscilan entre los 18 dirhams y hasta más de 180 dirhams el
kilo.
Están en
todos los souks y en todas las medinas, y en algunos puestos la presentación es
tan cuidada que es difícil resistirse a fotografiarlos.
Los más
apreciados son los dátiles “mejhoul” de color traslúcido y sabor suave, y es
tal su textura que procurarás que se
deshagan en la boca durante el mayor tiempo posible.
Aparecen en
todas las fiestas. Es impensable una boda sin dátiles y si están rellenos de
frutos secos se valorará especialmente. Al finalizar el ayuno del ramadán lo
primero que se deberá comer es un dátil.
Pueden
aparecer en los tajines y couscous, pero no hay nada como saborearlos solos.
Para desayunar ni jalea real, ni complejos vitamínicos, se recomiendan dos
dátiles, aunque dicen que el profeta cada mañana comía tres dátiles. Ni dos ni
cuatro, solo tres y nunca explicó el por qué.
El dátil en
el Magreb es y representa todo un mundo.
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