sábado, 22 de agosto de 2015

Dakhla.




DAKHLA


Es el viaje que todos los españoles que están en Marruecos deberían hacer pero que muy pocos hacen.

Es la ciudad del país en  que más contentos están de que les visiten los españoles y sus mayores hablan nuestro idioma, lo que por sí solo justificaría el viaje. No lo hacemos porque está a 1.700 kms de Rabat. Aviso, la distancia es sobre todo psicológica, porque hay vuelo diario desde Casablanca operado por Royal Air Maroc que sale a las 21,30 hrs con lo que el enlace es fácil. El vuelo siempre sale con retraso, que no es mucho, pero tendrás la impresión de que hacen lo posible para mantener la tradición de la impuntualidad sin razón aparente.

Dakhla es la antigua Villa Cisneros, su historia es la del Sahara que fue español hasta 1975 y una cierta mala conciencia hace que en España no se hable o se hable poco de aquella época. Dakhla es víctima de esta falta de interés.

El aeropuerto se llama Villa Dakhla como un guiño al pasado y está en el centro de la localidad. Todos los hoteles te ofrecerán “traslado del aeropuerto al hotelpor 200 dhs, pero cuando estés allí comprobarás que tan generoso ofrecimiento es por un trayecto muy corto que en taxi no va más allá de los 30 dhs.

El hotel de referencia es el CALIPAU por su piscina, por su terraza, por sus vistas  y porque se permite el lujo de no tener wifi en las habitaciones. Es caro, pero si puedes piensa que te lo mereces, y si tienes algún contacto en Dakhla que te pueda hacer la reserva es posible que te arreglen el precio. El Rey Mohamed VI cuando va a Dakhla se aloja allí lo que es toda una carta de presentación.

La entrada te sorprenderá por su austeridad y porque nada tiene que ver con su contenido. Las habitaciones son correctas pero no lujosas, en la recepción acostumbra a no haber nadie así que tendrás que buscar tu interlocutor dentro del hotel y no es céntrico. Nada es perfecto. Pero es ideal para retirarse a escribir una novela y porque el gerente, que se llama Alito y habla español , te resolverá todas tus necesidades y te organizará tus excursiones. Es de fiar.

Si quieres ir al centro tendrás que optar por el hotel Bab el Bahar con su espléndida terraza al mar y otras alternativas son el hotel Buenavista con algunas habitaciones que dan al mar o el Sahara Regency, el más antiguo, con gran entrada y grandes salones, pero con habitaciones manifiestamente mejorables.

Para orientarte y organizarte lo primero que has de hacer es ir a comer a “Casa Lola” y preguntar por Lola ( casalola.dakhla@gmail.com y tel: 0528930692.). Es el punto de encuentro de todos los españoles. Ejerce como si fuese nuestro cónsul honorario, te ofrecerá una cerveza fría, si le avisas con tiempo te preparará un Tajín de camello, te explicará cómo ha ido a parar a este paraíso perdido y te transmitirá su pasión por la vida. Lola te ayudará a entender Dakhla y te contagiará su optimismo por el futuro de la ciudad. Además se come bien.

Dakhla, la antigua Villa Cisneros está en una ubicación única, dentro de una inmensa bahía que los españoles en su época llamaron Rio de Oro. Por alguna razón será.

Sopla viento, siempre sopla viento y la temperatura es sorprendentemente agradable todo el año a pesar de estar y ser el desierto del Sahara.

Los horarios son relajados. A la ciudad le cuesta ponerse en marcha por las mañanas, la vida se detiene al mediodía y es al ponerse el sol cuando todos salen a la calle y alcanza la plena actividad. Te dirán que los horarios son una herencia de los españoles.

Descubrirás un paseo marítimo, que ellos llaman la corniche, que te enamorará. Todo invita a caminar sin prisas mirando al mar y deberás hacer un descanso en la mítica terraza del Samarkanda. En Dakhla todo pasa por la terraza del Samarkanda y cualquier historia, novela o película que se desarrolle en la ciudad tendrá obligatoriamente su capítulo o escena en esta terraza. Es algo parecido a la terraza del hotel Balima en Rabat.

Dakhla es sinónimo de pesca y su economía gira alrededor de la pesca hasta que el turismo consiga hacerse su espacio.

Deberás ir a visitar el puerto pesquero donde dicen que entran más de 1.000 tn diarias de sardinas. El desorden organizado de los barcos descargando la pesca es una imagen potente. La multitud de barcos castigados por el paso del tiempo y que sorprendentemente siguen faenando te cautivará y los dos barcos medio desguazados y abandonados en medio de la inmensa explanada te dará una idea de la relatividad de la vida.

Dakhla es también la capital del pulpo, es más, buena parte del famoso pulpo gallego que consumimos en España viene de Dakhla. Para comprobarlo deberás ir al poblado de La Sarga a unos 13 kms de la ciudad. Justo donde se encuentran el inmenso océano con la entrada de la laguna de Rio de Oro. En la punta de la península de Dakhla miles de pequeñas barcas artesanales descansan sobre la arena. Otra vez el desorden organizado.

La llegada de las embarcaciones, la descarga manual del resultado de su jornada en la mar y su traslado a la lonja te recordarán los reportajes del National Geografic.

No busques un pintoresco pueblo pesquero porque no existe, solo encontrarás muchas y básicas chabolas sobre la arena donde viven algunos pescadores.

No te olvides de ir al mercado central de la ciudad donde la omnipresencia de los puestos de pesca y el tamaño de las corvinas te recordará que estás en una de las pesquerías más importantes del mundo.

Dakhla es también sinónimo de viento y con el transcurso del tiempo se ha ido consolidando como una de las capitales mundiales de kit surf. Al fondo de la bahía y en medio de la nada han ido instalándose varios campamentos para la práctica de los deportes de vela. No hay olas y siempre sopla el viento; es el escenario soñado para los aficionados. Hay gente  de todo el mundo, todo incluido, todo está previsto y todo es muy francés. No salen del campamento durante toda su estancia. Algo así como los Club Med pero para el kit surf. Harás bien en visitar alguno.

Puestos a salir de Dakhla te recomendarán ir a la Duna Blanca. Es verdad que es una inmensa duna, es verdad que es de color blanco y es verdad que está junto al mar, pero lo más sugestivo es el paisaje del desierto tocando el mar en una playa infinita y el camino para llegar por lo que ellos llaman pista pero que no tiene marca ni señalización de ningún tipo.

Por el camino te dirán que te llevarán a “la sourcede aguas calientes y sulfurosas, tú imaginarás un balneario spa  y te equivocarás una vez más. Todo se reduce a un marroquí, con una gran manguera artesanal que te lanzará agua a presión mientras estás estirado en el suelo al aire libre en pleno desierto. Eso sí, antes de tan inolvidable experiencia, te explicará los mil y un efectos medicinales para la piel.

Para comer dos recomendaciones. Una es el criadero de ostras a las afueras de Dakhla. El restaurante no tiene nombre, es una cooperativa de coquillageen la que cultivan ostras, la instalación  recuerda a  los merenderos de los años 70 en la costas españolas, no hay ninguna concesión a la modernidad, al diseño o a la comodidad, pero las ostras son las mayores y las mejores que habrás probado en tu vida. Ostras vivas, ostras grillés o tajín de ostras componen todo el repertorio. No lo dejes para una cena porque no abren por las noches.

La otra recomendación es el restaurante Villa Dakhla en la corniche. Además del comedor interior tiene cinco mesas en la terraza al aire libre sobre el mar. La sorpresa está sentada en una de estas mesas y es la propietaria. Se llama Joselyne, está sola, es francesa, rubia, vestida al estilo de la Costa Azul, siempre tiene delante una gran copa de vino blanco con un cubito de hielo y fuma con boquilla. Parece salida de una novela o de una película francesa de los años 70 y lleva siete años en su querida Dakhla. Querrás saber de su vida pero ella solo te dará atinados y certeros consejos.

Te podría hablar de sus habitantes, de su generosa hospitalidad, de su dignidad y orgullo, de sus mujeres vestidas con el melfa de vistosos colores, de los camellos y de las noches en el desierto pero esto no se escribe, solo se puede ver y vivir……..y deberás dejar alguna excursión pendiente que te servirá de incentivo para regresar otra vez y despedirte diciendo “hasta pronto”.

Y si quieres saber algo de la historia de Villa Cisneros te recomiendo que la busques por internet. Está todo. Pero aviso, a mí me ha dejado  una cierta sensación de melancolía……….



lunes, 23 de febrero de 2015

El Ministerio de Asuntos Islámicos y del Habous





           Más pronto que tarde oirás hablar del Ministerio de Asuntos Islámicos y del Habous. Como nosotros no tenemos nada parecido, te llamará la atención y empezarás a preguntar ¿Qué es el Habous?.

         El Habous es una  figura jurídica del derecho musulmán sobre la propiedad que aparece principalmente en las legislaciones del Medio Oriente y, sobre todo, en los países del Magreb. Tiene su origen en el Corán  y consiste en que para hacerse agradable a Alá cedes tus bienes, los colocas fuera del comercio humano siempre contaminado y los rendimientos de su gestión deben ser dedicados a la caridad y obras piadosas siempre a favor de los pobres.

               En Europa, durante muchos años y para congraciarse con Dios, los ciudadanos piadosos legaban o entregaban sus bienes  a la iglesia o a congregaciones religiosas que de esta manera fueron constituyendo un  importante patrimonio. Aquí, todo es más sencillo, se los dejas al Estado a través de la figura del Habous con la garantía de que está supervisado y bajo la tutela de S.M. el Rey.

         Con los años el Habous ha ido consolidando un colosal patrimonio de 50.000 inmuebles y más de 80.000 hectáreas en tierras agrícolas.

         Sobre el patrimonio inmobiliario explican que están por todas las ciudades y que también hay bienes en el extranjero, algunos de ellos en Arabia Saudita cerca de los lugares santos.

          Sobre las tierras agrícolas señalar  que  el 27%  son explotadas por los ayuntamientos.

      La idea es buena, así los bienes son confiados a Dios  y las rentas que se obtengan  deben ser destinadas a construir escuelas, mezquitas y socorrer a los pobres. Pero los medios de comunicación se quejan de su opacidad, de su deficiente gestión porque al ser de dios no son de nadie, de que no se explica bien a que se dedican sus recursos y lo avalan explicando que el alquiler medio de un inmueble es de 293 dhs/mes (unos 26 euros) y que lo realmente importante es tener un amigo de confianza en el Habous que te pueda proporcionar un buen apartamento o local comercial.

         El Ministro de Asuntos Islámicos y del Habous es designado por S.M. el Rey y cada vez que llega un nuevo equipo al ministerio anuncia que va a elaborar el inventario de los bienes, que van a implantar técnicas de gestión más modernas con ayuda de las nuevas tecnologías y que van a proteger el patrimonio procediendo a su anotación en el registro de la propiedad inmobiliaria, algo así como nuestro catastro. Y que todo va ser más transparente. Buenas intenciones que, por extrañas razones, se complica con el paso del tiempo y así hasta la llegada del nuevo equipo para volver a empezar. Pura condición humana.

         En relación con los asuntos islámicos es el ministerio de referencia. Publica las horas de la oración en las diferentes ciudades, es quien fija oficialmente  el día en que empieza el Ramadán o el día en que acaba o la fecha exacta de la fiesta del cordero siempre en función de las fases lunares  rodeadas de misterio.  Menos conocido es que es el responsable de ordenar los viajes a La Meca. Arabia Saudita fija un cupo de peregrinos para cada país en el ramadán para evitar los excesos. A Marruecos le han adjudicado 26.000 peregrinos para este año. Y el ministerio establece los criterios para poder apuntarse, que este año ha sido haber cumplido los 63 años. Luego organiza los viajes y supervisa las agencias que pueden ofrecerlo y se preocupa del buen desarrollo de la peregrinación que no es poco.

         Construye mezquitas, tutela la formación de los imames y oulemas, les paga un sueldo y sugiere los temas a tratar cada viernes en la oración de la mezquita. Es decir, hace de administración de la iglesia con todo lo que ello supone.

          Lo dicho, una administración potente que se preocupa de las cosas del espíritu y que garantiza que las cosas sean como deben de ser.


la achoura




          La “Achoura” se  celebra el 10º día después del inicio del año islámico, el décimo día del mes de muharram.

           Tiene un muy distinto significado para los sunitas que para los chiitas.

          En Marruecos que son sunitas, conmemoran el ayuno de Moisés para agradecer a Dios la liberación de los niños del pueblo elegido en Egipto con la travesía del Mar Rojo y la derrota de las tropas del faraón engullidas por el mar. No hay que olvidar que Moisés es considerado un profeta en el islam.

          La fiesta dura dos días, no son festivos en el calendario laboral y se ha transformado en la fiesta de la infancia y en un homenaje a los pequeños.

       Lo notarás porque aparecen por todas partes mercadillos y puestos de juguetes para los niños e instrumentos musicales primarios como tambores de cerámica en forma de vaso cubiertos de piel , panderetas de gran tamaño y una especie de castañuelas de metal que producen un sonido inolvidable.

          Harás bien en comprarles algún juguete a los niños de tus amigos marroquíes y en intentar mezclarte en las ruidosas fiestas musicales que se celebran en los barrios. Quedarás envuelto por unos ritmos y unos cantos básicos y ancestrales que te trasladarán en el tiempo.

          Si estás en un barrio popular puedes tener problemas para dormir la primera noche por los petardos que no cesarán de explotar durante toda la noche. Aviso, les gusta la pirotecnia y probablemente la gran tradición valenciana tenga sus orígenes en tantos y tantos años de presencia morisca en la región.

         El segundo día aparecen las duchas de agua por las calles. Es como si, de generación en generación, las olas del mar Rojo que salvaron a los niños se hubieran transformado en la tradición de  mojar a los transeúntes por la calle por parte de los niños y los no tan niños. Así no olvidaremos la historia.Para los chiitas, sobre todo en Irán e Irak, todo es mucho más complicado. Conmemoran la muerte del imam Hussein y de 72 miembros de su familia en la batalla de Kerbala. Para castigarse por no haber sabido proteger a Hussein los peregrinos se flagelan colectivamente hasta hacerse sangre y así expiar los pecados y las faltas de sus ancestros.

         El peregrinaje principal es en la ciudad de Kerbala en Irak.

        El islam nunca dejará de sorprendernos. El mismo día, para los sunitas es una fiesta de música y regalos y para los chiitas es una jornada de dolor y penitencia. Pero todos son musulmanes.





La excepción marroquí.



 Oirás hablar y poco a poco te irás familiarizando con la expresión que hace referencia a “la excepción marroquí”. Viene a decir “somos diferentes”, “tenemos nuestra propia identidad y nuestro propio camino” y apela al sentimiento nacionalista y al patriotismo. Esto siempre funciona.

Hassan II fue el primero en utilizar esta expresión con motivo de la revolución en Irán y el acceso al poder de los Ayatolas. Su idea era la de tranquilizar a  Occidente y trasladar la imagen de que Marruecos era otra cosa, un país estable  con una monarquía estable,  en el que no cabía el integrismo religioso.

La excepción marroquí es una frase feliz de comunicación política, tiene un evidente interés propagandístico, presenta  una carga positiva, siempre está referida a los países de su entorno musulmán y va dirigida a los amigos de occidente.

Después fue especialmente utilizada con motivo de los atentados del 11 de septiembre del 2001 para poner de manifiesto el carácter moderado y pacifico de la religión así como la ausencia de extremismos en el seno de la sociedad marroquí.  Lástima que los atentados  en Casablanca del 16 de mayo de 2003, que sorprendieron a todos, dejase en entredicho la tan aireada excepción marroquí.

Vuelve a aparecer  con la primavera árabe. En un entorno de revoluciones y contra revoluciones en la región que afectan a Túnez, Libia, Egipto, Siria y Yemen, la excepción marroquí hace referencia a una monarquía estable y popular, comprometida con las reformas políticas y sociales y con un sistema de partidos que le otorga legitimidad.

En Europa, en EEUU y en ambientes empresariales gustan de hablar de la excepción marroquí.

Dicen que descansa en tres pilares: un régimen monárquico consolidado desde hace siglos, una población multiétnica y variada pero uniforme en lo religioso y una geografía que le sitúa en el extremo del mundo musulmán pero que es a la vez un cruce de civilizaciones.

Desde el punto de vista geográfico es verdad que está en el confín del mundo islámico por donde se pone el sol, que después solo hay el inmenso océano, que es el puente entre dos continentes, que es la puerta de África y que el duro desierto en sus límites le imprime un carácter especial.

Desde el punto de vista de la población es verdad que es un mosaico de tribus con  bereberes y árabes por la que han pasado  los romanos, los cartagineses, los portugueses, los españoles y los franceses. Y desde el punto de vista religioso, aunque oirás hablar de la pacífica convivencia de cristianos, judíos y musulmanes, la verdad es que el islam es hegemónico y se ha consolidado como su principal seña de identidad probablemente por ser la frontera con España y con su cristianismo radical que ha marcado gran parte de su historia.

Desde el punto de vista de la monarquía conviene no olvidar que es la más antigua del mundo árabe-musulmán, que  viene del siglo VIII con Moulay Idriss cuya legitimidad proviene de su ascendencia cherifiana, es decir, descendientes del profeta. Que tanto la dinastía almorávide como la almohade descansan en una profunda impronta religiosa y que los alauitas, que reinan actualmente, también descienden del profeta.  Aquí hay que recordar que el poderoso imperio otomano que se extendía en su mayor esplendor desde Estambul hasta Alger nunca llegó a gobernar en Marruecos, lo que permitió la consolidación de una fuerte identidad nacional marroquí por oposición a los turcos.

También hay que valorar que el protectorado francés, bajo la impronta especialmente sensible y culta del mariscal Lyautey, supo mantener la monarquía con sus tradiciones hasta el punto de ser el único país francófono que al ganar la independencia, lo hace como reino con su soberano Mohamed V legitimado por su compromiso con el movimiento independentista que le costó el exilio primero en Córcega y después en Madagascar. Nada que ver con Argelia, Túnez, Libia o Mauritania ni con los tradicionales valores de la revolución francesa. Marruecos es otra cosa.

Y por último está el Markhzen, una especificidad más de Marruecos. Es la administración del sultán, el gobierno en la sombra. Literalmente quiere decir granero o almacén y era donde las tribus depositaban sus impuestos o recolectas para financiar el gobierno del sultán. Está conformado por la élite del país, formada en el extranjero, especialmente capacitada y es quien toma las grandes decisiones. De forma discreta pero hábil, sutil y eficaz dirige el país. No se ve pero se siente, no se oye pero se nota. Sabes que está, que te protege y que se preocupa por el futuro de todos. Hay quien dice que todos somos o formamos parte del Markhzen.

Como dicen los especialistas todos los países tienen sus excepciones y sus particularidades pero es cierto que en Marruecos han hecho todo un mito de sus diferencias y singularidades.

También hay quien al oír hablar de la excepción marroquí sonríe y te dice que la verdadera excepción es las altas tasas de analfabetismo, el desastroso estado de la sanidad pública y la corrupción generalizada en los diversos niveles de la administración. Pero ya se sabe que cada cual ve las cosas a su manera.